jueves, 4 de julio de 2013

Y vuelve a disfrutar

Vuelvo a escribir. Vuelvo a sentir el tacto de las teclas. Cómo fluyen las ideas y la mente se despeja.
Sí, mi retorno. Pero no es único.
 
Querido amigo, a ti me dirijo. A ti, con el cual viví mil experiencias inolvidables, anécdotas increíbles y vivencias varias. A ti, que lo estás pasando mal porque lo diste todo y crees no tener nada, y sientes que la vida es injusta, un sinsentido, un absurdo entre incoherencias. Maldices tu existencia y lamentas tu realidad, rompes el silencio, despiertas la melancolía en la profunda noche. No descansas, no puedes, solo hay un pensamiento. Lo has intentado todo. Un muro a la vista, y no hay escalera. Un espejo, y no muestras una sonrisa. Un papel, y no tienes pluma.
 
Querido amigo: a veces hay que girar la vista, y bordear el muro. A veces hay que ponerse una careta de payaso, para evitar ver tus lágrimas. A veces hay coger el papel y hacer un avión. A veces incluso hay que saber cerrar los ojos y sonreírse. No hay que buscar razones a todo lo que nos pasa, nunca llegaremos a entender ciertos aspectos de la especie humana. No vale la pena flagelarse por un pasado que no admite sobornos para el cambio, no hay dinero para comprar al tiempo, pero sí que hay voluntad para invertirlo. El mañana llegará, vestido de gala o con harapos, a la moda o anticuado. Llegará, y tú decides cómo vestirlo. Y conozco tu gusto. Atrevido, rompedor e inesperado. Aunque a veces tenga cierto aire sentimental y vasto, siempre consigues la aprobación entre el público, que aprueba gustoso tu última apuesta.
 
Querido amigo, no te pido que cambies, te pido que aceptes la realidad tal como está escrita. No te pido que la escribas, te pido que hagas un avión de papel con ella. No busques soluciones en anuncios o en objetos. Olvida las ofertas gratuitas. Desconfía: las mejores cosas gratis no se anuncian. Deja atrás las lamentaciones y las quejas. No vuelvas al escepticismo del amor, a la rutina del tedio, al desorden personal. No vuelvas a tus horas locas de exaltación, ni a tus horas tibias. No vuelvas a tus olvidos, a tu aura ermitaña, a tu egoísmo de la sensación. No vuelvas a renegar de aquello que construiste, ni a aquello que amaste. No vuelvas a eso, por favor, a eso no.
 
Querido amigo, vuelve a sonreír. Vuelve a sentir el viento en la cara, vuelve a la juventud, a la alegría, al corazón de tus amistades, que son tu mejor apoyo. Vuelve a dejarte ayudar, a recibir consejos y a darlos, a matar el orgullo al primer asalto. Vuelve a bailar a paso de genio, a ser el alma de la fiesta, a sacar la carcajada al público más soso. Vuelve a pasear, a ningunear los desafíos más atrevidos, a recordar tus locuras más tontas. Vuelve a confiar en ti mismo, en tu fuerza de voluntad. Vuelve a recuperar tu fortaleza mental, tu personalidad, tu ego, tu realidad. Vuelve a retar al mundo y a sus frágiles principios. Vuelve a correr la última milla. Vuelve a reírte de tus errores.
 
Piensa que fuimos a Vietnam y volvimos para contarlo. Refuérzate con las lágrimas del ayer, llena el mar si hace falta y báñate en él. Y si te lamentas, mira arriba, sabrás qué hacer. Nosotros te necesitamos. Sé fuerte. Estamos aquí. Nunca te fuiste, pero tienes que volver.
 
Querido amigo, para eso está la amistad, para recordarte que somos tus hermanos, y que nada ni nadie nos sacará de allí. Recuerda que un hermano puede ser un amigo, pero que un amigo siempre será un hermano. Aunque nuestra sangre corre por distintas venas, gozamos de un mismo corazón. Lo pasado queda preso en las calles, los bares y los momentos que yacen hundidos en el océano del ayer. No se pueden rescatar, pero los puedes ver. Lo puedes sentir, y siempre va a ser así. No te pido que lo olvides. Aprende. Si tiene que ser, será. Mientras tanto, vive la vida, y vuelve a disfrutar.